1. Preámbulo
Hay soluciones a la crisis del clima. Lo que necesitan los pueblos y el
planeta es una transición justa y sostenible de nuestras sociedades a un modelo
que garantice el derecho a la vida y la dignidad de todas las personas, y
entregue un planeta más fértil y vidas más plenas a las generaciones presentes
y futuras. Una transición basada en los principios democráticos de la
solidaridad, en particular con los más vulnerables, la no discriminación, la
igualdad de género, la equidad y la sostenibilidad; que reconozca que somos
parte de la naturaleza, a la que amamos y respetamos. Para solucionar la crisis
del clima, sin embargo, es necesario despertar conciencias y adoptar medidas
decisivas según principios que respeten los derechos.Las naciones tienen la
obligación de cooperar en el ámbito internacional para garantizar el respeto de
los derechos humanos en todo el mundo, de conformidad con la Carta de las Naciones
Unidas.
Nosotros, los pueblos, las comunidades y todas las organizaciones
participantes en Klimaforum09 en Copenhague, hacemos un llamado a todas las
personas, organizaciones, gobiernos e instituciones, incluidas las Naciones
Unidas, para que contribuyan a esta transición necesaria. Será un trabajo
difícil. La crisis actual reviste aspectos económicos, sociales, ambientales,
geopolíticos e ideológicos que se afectan y se fortalecen mutuamente, y que
potencian la crisis del clima. Esta encrucijada de crisis climática,
energética, financiera, alimentaria e hídrica, entre otras, nos empuja a
unirnos y a transformar el sistema social y económico dominante y la gobernanza
mundial, que impide hallar las soluciones que exige la crisis del clima. Por
este motivo, es necesario un movimiento de base que actúe urgentemente. Es
necesario pagar la deuda ambiental y climática.
No se deben promover y adoptar soluciones falsas, peligrosas y a corto plazo
como la energía nuclear, los agrocombustibles, la compensación de emisiones, la
captura y almacenamiento del dióxido de carbono, el biochar, la bioingeniería y
el comercio de derechos de emisión. En lugar de ello, deberíamos llevar a cabo
una transición plenamente sostenible, basada en recursos limpios, seguros y renovables
y en la conservación de energía.
Celebramos las alianzas entre los movimientos sociales y los diversos
sectores, que representen a todos los grupos de edad, géneros, orígenes
étnicos, creencias, comunidades y nacionalidades. Queremos dar forma a nuestro
futuro construyendo un movimiento popular sólido compuesto por jóvenes,
mujeres, hombres, trabajadores, campesinos, pescadores, pueblos indígenas,
gente de color y grupos sociales urbanos y rurales que sea capaz de actuar a
todos los niveles de la sociedad para paliar la degradación del medio ambiente
y el cambio climático. Instamos a un nuevo orden económico internacional y
apoyamos una Organización de las Naciones Unidas fuerte y democrática, por
oposición al G8, el G20 u otros grupos cerrados de países poderosos.
2. El desafío, desde nuestro punto de vista:
La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera ha alcanzado
ya niveles tan altos que el sistema climático se ha desequilibrado. La
concentración de CO2 y la temperatura del mundo han aumentado aceleradamente en
los últimos 50 años y subirán aun más rápido en las próximas décadas. Esto se
suma a multitud de desequilibrios ecológicos, cuyo impacto pone en peligro las
vidas y medios de subsistencia de los pueblos del mundo, y en particular de las
personas desfavorecidas y otros grupos vulnerables.
El desequilibrio del sistema climático da lugar a episodios extremos más
acusados y frecuentes de calor y lluvias, ciclones tropicales, huracanes y
tifones, inundaciones y sequías intensas, pérdida de biodiversidad,
corrimientos de tierras, aumento del nivel del mar, escasez de agua potable,
periodos vegetativos mas cortos, menor rendimiento, deterioro o pérdida de
tierras agrícolas, menor producción agrícola, pérdidas de ganado, extinción de
ecosistemas y agotamiento de los caladeros, entre otros. Estos fenómenos dan
lugar a crisis alimentarias, hambruna, enfermedades, muertes y desplazamientos,
así como a la desapareción de formas de vida sostenibles.
A esto se suma la introducción de los transgénicos, los monocultivos y la
industrialización de la agricultura, fuertemente promovida por empresas que
suponen una grave amenaza para la estabilidad y diversidad de los ecosistemas.
Además, esto acarrea la marginalización y el empobrecimiento de los pequeños
campesinos y socava su soberanía alimentaria. La agricultura industrial tiene
por objeto dar respuesta a la demanda mundial que procede del consumo excesivo,
en particular en los países del Norte, y no a las necesidades básicas locales.
Lo mismo puede decirse de las industrias pesqueras modernas, la silvicultura
intensiva y la minería, que destruyen los ecosistemas, disminuyen la
biodiversidad y arruinan la vida y los medios de subsistencia de las
comunidades locales. Estas consecuencias del cambio climático, junto a la
desigualdad social creciente y las graves repercusiones en nuestro entorno
común, ya están devastando las vidas de millones de personas y comunidades
locales.
Ahora bien, nosotros los pueblos no estamos dispuestos a aceptar que ese sea
nuestro destino. Por eso están surgiendo con rapidez movimientos populares que
están decididos a defender sus medios de vida y a luchar contra esas fuerzas y
las causas que nos han llevado por este camino suicida de destrucción
ambiental. En Asia, África, Oriente Medio, Oceanía y América Central y del Sur,
así como la periferia de América del Norte y Europa, están surgiendo
movimientos populares para luchar contra la explotación de sus tierras por
parte de intereses extranjeros y retomar el control de sus propios recursos.
Una nueva forma de activismo ha revitalizado los movimientos ambientalistas y
ha dado lugar a una amplia variedad de protestas y acciones contra la minería,
las grandes presas, la deforestación, las centrales térmicas de carbón, la navegación
aérea y la construcción de nuevas carreteras, entre otras. Cada vez hay mayor
conciencia sobre la necesidad de cambiar profundamente el actual paradigma
económico. En los distintos movimientos están proliferando formas de vida
alternativas.
Al mismo tiempo, la opinión pública se ha dado cuenta de que los
responsables políticos actuales no están dispuestos a enfrentarse a la amenaza
del cambio climático y de la degradación ambiental. La llamada estrategia de
crecimiento verde o crecimiento sostenible ha resultado ser una excusa para
perpetuar el mismo modelo básico de desarrollo económico, que es una de las
causas fundamentales de la destrucción ambiental y la crisis climática.
3. Las causas, desde nuestro punto de vista:
La causa inmediata y principal del cambio climático producido por la mano
del hombre es una emisión sin precedentes de gases de efecto invernadero a la
atmósfera, originada por el incremento del consumo de combustibles fósiles para
la industria, el comercio, el transporte y fines militares, por mencionar sólo
algunas fuentes significativas. Otros inductores importantes del cambio
climático son la deforestación, las industrias extractivas, la degradación
forestal (con excepción de la agricultura itinerante sostenible de los pueblos
indígenas), la interrupción del ciclo del agua, el robo de tierras para
extender la agricultura industrial, el aumento de la producción cárnica
industrial y otros tipos de uso no sostenible de los recursos naturales.
Control y propiedad desiguales de los recursos.
Estas causas inmediatas son el resultado de un sistema económico mundial no
sostenible construido a partir de un acceso y un control desiguales a los
limitados recursos del planeta y a los beneficios que se derivan de su uso.
Este sistema se basa en la apropiación de tierras comunales locales, nacionales
y mundiales por parte de las élites locales y mundiales. Los tan alabados
avances en tecnología, en producción y en progreso humano son los que en
realidad han producido los desastres de desarrollo locales y mundiales. Aún
así, una élite mundial privilegiada sigue empeñada en un consumo desmesurado y
una producción irresponsable que busca solo el lucro, mientras un gran
porcentaje de la humanidad se ve sumido en la pobreza y consume apenas lo necesario
para la subsistencia y la supervivencia, o incluso menos.
Ésta es la situación no sólo en los países del Sur, sino también en el
Norte. Las empresas transnacionales más grandes del mundo, con sede
principalmente en los países del Norte y en paraísos fiscales, pero con
operaciones en todo el mundo, llevan mucho tiempo al frente de estos excesos.
La competencia entre las transnacionales y los países ricos por los recursos y
por mayores cuotas de mercado, así como los acuerdos y tratados de comercio, han
llevado a una opresión neocolonial de los pueblos del Sur, a los que se les han
negado la propiedad y el control legítimos de sus recursos. La Organización
Mundial del Comercio, las instituciones financieras internacionales, así como
la Unión Europea y los Estados Unidos, por medio de acuerdos bilaterales, están
incrementando la privatización y la mercantilización de los recursos públicos a
la vez que intensifican el robo de los recursos naturales a los países
subdesarrollados y les imponen condiciones que aumentan su dependencia.
Corrientes de pensamiento imperantes y alternativas.
El modelo de desarrollo que promueven estas instituciones no es sólo
cuestión de “economía”. El paradigma económico imperante está directamente
relacionado con un sistema de pensamiento que se basa en una imagen del ser
humano como “ser económico”. Esta ideología la apoyan los grandes medios de
comunicación y las empresas de mercadotecnia que promueven el egoísmo, la
competencia, el consumo material y la acumulación ilimitada de riqueza personal
sin prestar atención a las consecuencias sociales y ecológicas de tal
comportamiento. Este sistema de pensamiento está íntimamente ligado a las
corrientes de patriarcado y paternalismo.
Si realmente queremos hacer frente a esta crisis, necesitamos entender que
la especie humana forma parte tanto de la naturaleza como de la sociedad, y que
no puede existir sin ellas. Por tanto, si queremos que la humanidad sobreviva,
tenemos que respetar la integridad de la Madre Tierra y tenemos que esforzarnos
por conseguir la armonía con la naturaleza y la paz dentro y entre las
culturas. Somos, al mismo tiempo, ciudadanos de diferentes países y de un sólo
mundo. Todos compartimos la responsabilidad por el bienestar presente y futuro
de la familia humana y de todos los demás seres vivos. El espíritu de
solidaridad humana y de parentesco con toda forma de vida se refuerza si
vivimos de acuerdo con el principio de “Uno entre muchos”.
4. Una transición justa y sostenible:
Está claro que para solucionar la crisis del clima se requieren
transformaciones de gran alcance, que actualmente están excluidas del orden del
día de quienes diseñan las políticas en los gobiernos y en las instituciones
multilaterales. Los pueblos piden un cambio de sistema, no “lo mismo de
siempre”, ni el uso indiscriminado de apaños tecnológicos y comerciales con los
que los grandes intereses han establecido y limitado la agenda climática. Los
movimientos populares no carecen de visiones alternativas para la sociedad ni
de pasos concretos que se deban tomar para acercarse a un futuro sostenible a
la vez que se abordan las crisis climática, hídrica, económica y alimentaria.
Dicha transición sostenible empezará con muchas iniciativas diferentes. Algunos
de los pasos hacia la transición sostenible son:
· Soberanía alimentaria y agricultura ecológica: Defender
el derecho de los pueblos, comunidades y países a establecer sus propios
sistemas de producción, incluyendo las políticas de agricultura, pesca,
alimentación, bosques y territorio que sean apropiadas para sus circunstancias
desde un punto de vista ecológico, social, económico y cultural. Se debe
respetar y garantizar el acceso de las personas, especialmente de las mujeres,
al control de los recursos productivos tales como la tierra, las semillas y el
agua. La producción agrícola debe basarse principalmente en conocimientos
locales, tecnologías apropiadas y técnicas sostenibles desde un punto de vista
ecológico que absorban el CO2, lo mantengan en los diferentes sistemas nativos
de plantación, capten y mantengan el agua y devuelvan al suelo más nutrientes
de los que se extrajeron. La producción agrícola y alimentaria se debe centrar
principalmente en satisfacer las necesidades locales, fomentar el
autoabastecimiento y promover el mercado laboral local, así como en reducir el
uso de recursos, los residuos y las emisiones de gases de efecto invernadero a
lo largo del proceso.
· Apropiación democrática y control de la economía: La
reorganización de los bienes de producción de la sociedad hacia formas más
democráticas de apropiación y gestión, con el fin de satisfacer las necesidades
básicas de las personas, tales como la creación de empleo, el acceso al agua,
la vivienda, la tierra, los sistemas sanitarios y educativos, la soberanía
alimentaria y la sostenibilidad ecológica. Las políticas públicas deben
garantizar que los sistemas financieros favorezcan los intereses públicos y que
canalicen los recursos para la transformación sostenible de la industria, la
agricultura y los servicios.
· Soberanía energética: Una reducción radical del consumo
energético, especialmente en los países injustamente enriquecidos, combinada
con un nuevo enfoque hacia fuentes de energía públicas y renovables, como la
energía solar, eólica, geotérmica, del oleaje y de las minicentrales
hidroeléctricas, así como el desarrollo de sistemas de distribución eléctrica
autosuficientes para garantizar el suministro de energía a las comunidades, y
la propiedad pública de la red eléctrica.
· Planificación ecológica de las zonas urbanas y rurales:
El objetivo es reducir radicalmente el consumo de energía y recursos, y la
cantidad de residuos y contaminación, fomentando al mismo tiempo que se cubran
las necesidades básicas de los ciudadanos con medios locales. Una planificación
urbana y rural basada en los principios de la justicia social que ofrezca un
servicio igualitario a todo el mundo y reduzca la necesidad de transporte.
Promover los sistemas de transporte público, como sistemas ferroviarios ligeros
y de alta velocidad y carriles bici, para reducir de este modo la necesidad de
utilizar vehículos privados a motor y descongestionar las carreteras, a la vez
que se mejora la salud pública y se reduce el consumo de energía.
· Instituciones educativas, científicas y culturales:
Reorientar la investigación pública y la educación para satisfacer las
necesidades de la población y el medio ambiente, en lugar de la tendencia
actual que se limita a desarrollar tecnologías privadas y lucrativas. La
investigación y el desarrollo debería ser, ante todo, un esfuerzo abierto y
colaborativo por el bien común de la humanidad. Se deberían eliminar las
patentes sobre las ideas y la tecnología. Se debería fomentar un intercambio
justo de tecnologías apropiadas, el conocimiento tradicional y las prácticas indígenas
innovadoras, así como el intercambio de ideas entre países.
· Poner fin al militarismo y a las guerras: El actual
modelo de desarrollo basado en los combustibles fósiles nos conduce a la
violencia, la guerra y los conflictos armados por el control de la energía, la
tierra, el agua y otros recursos naturales. Esto queda patente en la invasión y
ocupación de Iraq y Afganistán dirigidas por Estados Unidos y la militarización
en todo el mundo de aquellas regiones que poseen combustibles fósiles y otros recursos
naturales. Se está expulsando violentamente a campesinos y comunidades
indígenas de sus tierras para abrir paso a plantaciones de agrocombustibles. Se
han gastado billones de dólares en la industria armamentística, despilfarrando
ingentes recursos humanos y materiales que deberían dedicarse a realizar una
transición sostenible.
Dando pasos hacia adelante vamos aprendiendo. Estos pasos nos ayudarán a
convencer a la gran mayoría de la gente de que una transición sostenible trae
la promesa de una vida mejor y más plena. Los campos social, político,
económico y ambiental están íntimamente interrelacionados. Por tanto, una
estrategia coherente debería cubrirlos todos: esta es la idea central del
concepto de transición sostenible.
Un aspecto de este concepto es el reestablecimiento de las comunidades
locales en lugar del mercado global como unidad básica social, política y
económica. La cohesión social, la participación democrática, la rendición de
cuentas económica y la responsabilidad ecológica sólo se pueden alcanzar
asegurando que cada decisión se tome al nivel más básico que sea adecuado. Ésta
es una lección básica que hemos aprendido de las culturas étnicas y las
comunidades locales.
Un enfoque comunitario, por tanto, no contradice la necesidad de una cooperación
internacional extensiva. Por el contrario, requerirá alianzas más firmes dentro
y a través de las fronteras entre productores directos en la agricultura, la
silvicultura, la pesca y la industria. Las alianzas reforzadas por la igualdad
de género y por el reconocimiento y la eliminación de las relaciones de poder
injustas a todos los niveles. También incluye la necesidad de acuerdos
cooperativos regionales e internacionales más fuertes para administrar los
recursos comunes y compartidos, como los recursos hídricos transfronterizos.
Además, la cooperación internacional promoverá el intercambio completo de
ideas, tecnologías y conocimientos a través de todas las fronteras, además de
entrar en un diálogo abierto, basado en el respeto mutuo entre las diferentes
culturas.
5. Vías de transición:
Muchas personas trabajan para crear una industria, agricultura, silvicultura
y pesca más sostenible, así como en el sector de las energías renovables. Estas
iniciativas dentro del sistema han desarrollado aún más las alianzas con otros
sectores de la sociedad, los sindicatos, los consumidores, la población urbana,
los profesores y los investigadores; todos ellos se esfuerzan para alcanzar
modos de vida más sostenibles. Naciones Unidas y la Conferencia de las Partes
Debemos influir en las negociaciones sobre el Cambio Climático y la 15ª
Conferencia de las Partes (CDP15) de la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Las lecciones aprendidas de rondas de
negociaciones previas no son muy prometedoras. A pesar de los planes de alto
nivel de acción concertada iniciados en la Convención Marco sobre el Cambio
Climático de Río de Janeiro de 1992, y posteriormente en el Protocolo de Kioto
de 1997, los resultados son escasos y no se han solucionado los problemas. De
hecho, la situación ha empeorado, pues ha habido muy poco progreso en los
principios, objetivos y plazos de la Convención y del Protocolo. Los mismos
intereses de las grandes empresas, que en gran medida son responsables de la crisis
del clima, parecen tener una influencia inmensa en las políticas climáticas a
escala nacional y mundial.
Nos oponemos firmemente a esta influencia antidemocrática de los lobbies en
las actuales negociaciones de la CDP. Al contrario, pedimos a los estados que
pongan en práctica mecanismos de evaluación para todas las políticas e
instrumentos políticos bajo la CMNUCC, para asegurar procesos inclusivos y
deliberativos multilaterales que reparen las desigualdades existentes, ya sean
de género, color, edad, discapacidad u otras formas de discriminación en las
negociaciones de la CDP. Exigimos que la CDP15 llegue a un acuerdo que inicie
la recuperación del equilibrio ambiental, social y económico del planeta con
medios que sean sostenibles e igualitarios ambiental, social y económicamente,
y que finalmente culmine en un tratado jurídicamente vinculante.
Nuestras exigencias
Levantamos nuestra voz ante los líderes de la CMNUCC para postular las
exigencias y alternativas del pueblo.
1. Supresión de los combustibles fósiles: Pedimos una
estrategia clara para desmantelar la era de los combustibles fósiles en los
próximos 30 años, que deben incluir hitos específicos para cada período
quinquenal. Exigimos una reducción inmediata en las emisiones de gases de
efecto invernadero de los países industrialiazos de, como mínimo, un 40% en
comparación con los niveles de 1990 para el año 2020.
2. Reparaciones y compensación por la deuda climática y por los
delitos ambientales: Exigimos reparaciones plenas para los países del
Sur y aquellos empobrecidos por los estados del Norte, las corporaciones
transnacionales y por instituciones de paraísos fiscales. De este modo,
afrontamos parcialmente las injusticias históricas asociadas a la
industrialización desigual y el cambio climático, originado en el genocidio de
naciones indígenas, el tráfico transatlántico de esclavos, la era colonial y
las invasiones.
Esto debe ir acompañado de una estrategia igualmente clara para que los que
se han enriquecido compensen a los pueblos empobrecidos por la deuda climática,
y más ampliamente por la deuda ecológica. Se debería establecer un fondo global
y democrático para dar un apoyo directo a las víctimas del cambio climático.
Los países desarrollados deben proporcionar tecnologías nuevas, obligatorias,
adecuadas, con financiación fiable y libre de patentes para que se adapten
mejor a impactos climáticos adversos y para llevar a cabo reducciones de
emisiones.
Esto permitiría a los países en desarrollo desempeñar un papel en la
contención del cambio climático, al mismo tiempo que se satisfacen las
necesidades y aspiraciones de sus poblaciones. Las instituciones financieras
internacionales, las agencias donantes y los mecanismos comerciales no deberían
tener parte en las reparaciones.
3. Una prohibición global inmediata de la deforestación de bosques
primarios y el inicio paralelo de un programa mundial ambicioso de plantación
de árboles basado en especies nativas de diversa índole en asociación con
pueblos indígenas y comunidades dependientes de los bosques. De forma
similar, una prohibición de métodos de pesca industrial a gran escala y una
vuelta a prácticas pesqueras principalmente de tipo local y sostenible. Por
último, una prohibición de la apropiación de la tierra por parte de intereses
extranjeros y la aceptación plena de la soberanía popular sobre los recursos
naturales.
4. Nos oponemos radicalmente a las falsas y peligrosas soluciones
orientadas al mercado y centradas en la tecnología que proponen muchas
compañías transnacionales. Entre ellas, la energía nuclear, los
agrocombustibles, la captura y el almacenamiento del carbono, los Mecanismos de
Desarrollo Limpio, el biochar, los cultivos transgénicos “climate ready”, la
geoingeniería y la reducción de emisiones a través de la deforestación y de la
degradación de los bosques (REDD) definida en la CMNUCC. Todas ellas no hacen
más que producir nuevas amenazas ambientales y no solucionan la crisis del
clima. Las compensaciones y el comercio del carbono también son instrumentos
falsos e injustos porque tratan un recurso mundial común, como es la atmósfera,
como un producto que puede poseerse y comercializarse. Hasta ahora el sistema
no ha mostrado ninguna ventaja y, al permitir a los países ricos compensar la
reducción de sus obligaciones, ha mantenido este sistema injusto e
insostenible.
5. Un impuesto equitativo sobre las emisiones de carbono:
Exigimos un impuesto equitativo sobre las emisiones de carbono en lugar del
régimen de cuotas comerciables carbono. Los ingresos obtenidos a través de
dicho impuesto deben devolverse a los pueblos de manera equitativa y una parte
de ellos debería utilizarse para compensar y para contribuir a financiar la
adaptación y a la mitigación. Sin embargo, esto no sustituye la reparación de
la ya acumulada deuda climática.
Dicha compensación y financiación debe ser incondicional y quedar fuera de
los mecanismos de mercado y de las instituciones financieras. Se debe fomentar
la reducción de las emisiones por medio de un impuesto sobre el carbono
transparente y fuertemente progresivo, y por medio de reglamentos específicos
que eliminen paulatinamente el uso de combustibles fósiles a la vez que
promueven una energía segura, limpia y renovable.
6. Instituciones multilaterales y empresas transnacionales:
Las instituciones económicas y financieras internacionales como la Organización
Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, los
bancos de desarrollo regional, las instituciones donantes y los acuerdos de
comercio son injustos, no sostenibles y no rinden cuentas y habría que
sustituirlos por instituciones equitativas y democráticas que funcionen dentro
del marco de la Carta de las Naciones Unidas, que respeten la soberanía popular
sobre los recursos y promuevan la solidaridad entre los pueblos y las naciones.
También se debería crear un mecanismo que controle y vigile estrechamente
las operaciones de las empresas transnacionales. Finalmente, nos comprometemos
a trabajar activamente para llevar a cabo estas transiciones sostenibles para
nuestras sociedades dentro de las líneas que impulsamos en esta Declaración.
6. Un movimiento mundial para una transición sostenible:
Independientemente de los resultados de la Cumbre de Copenhague sobre el
Cambio Climático, hay una necesidad urgente de construir un movimiento mundial
de movimientos que trabajan a largo plazo en favor de una transición sostenible
para nuestras sociedades. A diferencia de las estructuras de poder vigentes,
este movimiento debe crecer en sentido ascendente. Lo que necesitamos es una
gran alianza de movimientos ambientales, sociales, sindicales, agrícolas, de
sociedad civil y otras partes alineadas que puedan trabajar juntos en la lucha
política diaria a escala local, nacional e internacional. Esa alianza implica
al mismo tiempo la creación de una nueva mentalidad y nuevas formas de
activismo social, y debe ser capaz no sólo de reaccionar ante las prácticas no
sostenibles, sino también de demostrar por el ejemplo cómo puede funcionar una
nueva economía sostenible. Nosotros, los pueblos, comunidades y organizaciones
sociales participantes en Klimaforum09 estamos comprometidos a capitalizar los
resultados logrados en este foro para proseguir el desarrollo de un movimiento
mundial de movimientos. Esta Declaración tiene por objeto servir de inspiración
al desarrollo de ese movimiento y marcar el rumbo que queremos seguir. Juntos,
podemos propiciar una transición mundial hacia un futuro sostenible. Únanse a
nosotros.
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