Exclusión,
racismo, vulneración de derechos, violencia y criminalización marcan las
condiciones de vida de los pueblos indígenas en todo el planeta, de acuerdo con
el Informe presentado por la Organización de Naciones Unidas, el mismo que fue
elaborado por siete expertos independientes y producido por la Secretaría del
Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas.
El Informe destaca que la
pérdida de territorios pone a los pueblos indígenas al borde de la extinción,
debido a “la importancia de la tierra y territorios para la identidad
indígena”. Y porque “esos pueblos han quedado excluidos de los procesos de
adopción de decisiones y de los marcos normativos de los Estados nación en los
que viven y han sido objeto de procesos de dominación y discriminación, se ha
considerado que sus culturas son inferiores, primitivas, intrascendentes, algo
que debe ser erradicado o transformado”.
En este mismo tema, el Informe dice que “son muy pocos los países que reconocen los derechos de los pueblos indígenas a la tierra, pero ni siquiera en esos países se han completado los procedimientos de otorgamiento de títulos y de demarcación (…). Aun en los casos en que los pueblos indígenas poseen títulos legítimos de propiedad de sus tierras, esas tierras suelen ser arrendadas por el Estado como concesiones mineras o madereras sin consultar con los pueblos indígenas y, menos aún, pedir su consentimiento libre y fundamentado previo. La falta de seguridad jurídica de la tenencia sigue siendo un problema decisivo para los pueblos indígenas en casi todas partes”.
En este mismo tema, el Informe dice que “son muy pocos los países que reconocen los derechos de los pueblos indígenas a la tierra, pero ni siquiera en esos países se han completado los procedimientos de otorgamiento de títulos y de demarcación (…). Aun en los casos en que los pueblos indígenas poseen títulos legítimos de propiedad de sus tierras, esas tierras suelen ser arrendadas por el Estado como concesiones mineras o madereras sin consultar con los pueblos indígenas y, menos aún, pedir su consentimiento libre y fundamentado previo. La falta de seguridad jurídica de la tenencia sigue siendo un problema decisivo para los pueblos indígenas en casi todas partes”.
El desplazamiento forzoso
como consecuencia de proyectos inconsultos en territorios indígenas también es
denunciado en el Informe: “Las grandes represas y las actividades mineras han
causado en muchos países el desplazamiento forzado de miles de personas y
familias indígenas, que no han recibido una indemnización adecuada. Varias
comunidades han sido trasladadas (…) en contra de su voluntad, mientras que el
desarrollo turístico de algunos países ha causado el desplazamiento de
poblaciones indígenas y su creciente empobrecimiento. Cuando los pueblos
indígenas han reaccionado y han tratado de hacer valer sus derechos, en muchos
casos han sido objeto de maltrato físico, encarcelamiento, tortura e, incluso,
han perecido”.
Otro rasgo distintivo de la
identidad indígena son las lenguas originarias. El Informe de la ONU advierte
que cerca del 90% de estos idiomas podrían desaparecer en los próximos cien
años. Y denuncia que “la mayoría de los gobiernos son conscientes de esta
crisis de la lengua, pero los fondos que se asignan suelen destinarse solamente
a dejar constancia de su existencia y muy poco va a parar a programas de revitalización
de los idiomas. La lengua, por otra parte, no es sólo un medio de comunicación,
sino que suele estar vinculada con la tierra o región que tradicionalmente han
ocupado los pueblos indígenas; es un componente esencial de la identidad
colectiva e individual de la persona y, por consiguiente, da un sentido de
pertenencia y comunidad. Cuando el idioma muere, ese sentido de comunidad se
deteriora”.
Un tercer rasgo distintivo
de la identidad es el alimento tradicional. “Este reconocimiento ha dado lugar
a llamamientos a los gobiernos para que incorporen la cultura en el desarrollo
de la agricultura sostenible, los sistemas alimentarios y las prácticas,
políticas y programas relacionados con ellos que respeten y apoyen el bienestar
de los pueblos indígenas”, señala el Informe. Sin embargo, los monocultivos,
las semillas transgénicas, los programas de reforestación, los agrocombustibles
y la prioridad para la agroexportación, contradicen este llamado de la
ONU.
Sobre este punto, el
Informe puntualiza que “la promoción de las nuevas tecnologías, como las
semillas mejoradas, los fertilizantes y plaguicidas químicos, etc., y la
introducción de planes de cultivos comerciales y grandes plantaciones han
causado la degradación ambiental y destruido ecosistemas autosostenibles, lo
que ha afectado a muchas comunidades indígenas hasta el punto de obligarlas a
reasentarse en otro lugar”.
La identidad de los pueblos
indígenas se sustenta también en sus conocimientos tradicionales y sus sistemas
de justicia, transmitidos de generación en generación. Al respecto, el Informe
de la ONU indica que “desde tiempos inmemoriales los pueblos indígenas y las
comunidades locales han sido los depositarios de los conocimientos y los
recursos tradicionales y han aplicado el derecho consuetudinario consagrado en
su cosmología espiritual. Los colonizadores y los Estados poscoloniales
debilitaron y destruyeron gran parte de los conocimientos tradicionales, que
incluyen el derecho consuetudinario, al imponer sus propios sistemas jurídicos,
sus conocimientos y su concepción del mundo a los pueblos indígenas. Pero en la
actualidad se aprecia cada vez más el valor y el potencial de los conocimientos
tradicionales”.
Sistemas educativos ajenos
a su identidad también constituyen una amenaza permanente para los pueblos
indígenas. El Informe de la ONU subraya que “los sistemas de enseñanza no
respetan las diversas culturas de los pueblos indígenas. Son muy pocos los
maestros que hablan sus idiomas y sus escuelas suelen carecer de materiales
básicos. Los materiales pedagógicos que proporcionan información exacta e
imparcial acerca de los pueblos indígenas y de sus modos de vida son muy
escasos”.
Agrega que “cuando los
escolares indígenas se ven expuestos solamente a la ideología nacional en
detrimento de su ideología nativa, están en peligro de perder parte de su
identidad, su conexión con sus padres y antepasados y, en última instancia, de
quedar atrapados en tierra de nadie, lo cual los despoja de un importante
aspecto de su identidad sin que por ello lleguen a ser totalmente asimilados
por la sociedad nacional dominante. (…) La educación que el Estado les ofrece
promueve el individualismo y una atmósfera competitiva, en lugar de formas
comunitarias de vida y cooperación. No se les enseñan técnicas de supervivencia
ni de trabajo adecuadas para las economías indígenas, y en muchos casos
regresan a sus comunidades con una enseñanza oficial que es irrelevante o
inapropiada para sus necesidades”.
Toda esta vulneración de
derechos constituye una forma de violencia dirigida al exterminio cultural de
los pueblos indígenas. Pero éstos también están expuestos al exterminio físico
directo. “Pese a todos los adelantos positivos logrados en el establecimiento
de normas de derechos humanos a nivel internacional, los pueblos indígenas
siguen enfrentando graves violaciones cotidianas de esos derechos. (…) La
violencia y la brutalidad, la perpetuación de las políticas de asimilación, la
marginación, el despojo de sus tierras, la expulsión o reubicación forzada, la
denegación de sus derechos a la tierra, los efectos del desarrollo en gran
escala, los abusos de las fuerzas militares y los conflictos armados (…) son
una realidad para las comunidades indígenas de todo el mundo. Los actos de
violencia y brutalidad se observan en todos los confines del mundo indígena, la
mayoría de las veces perpetrados contra personas indígenas que están
defendiendo sus derechos y sus tierras, territorios y comunidades”, denuncia el
Informe de la ONU.
El racismo es otra forma de
violencia. “No son pocas las veces que los pueblos indígenas plantean
cuestiones relacionadas con la discriminación sistémica y el racismo directo
del Estado y sus autoridades. Esta discriminación se manifiesta de distintas
maneras, como interrogatorios frecuentes e innecesarios por la policía,
actitudes condescendientes de los maestros hacia los alumnos o la descortesía
de una recepcionista en una oficina pública. En su expresión más extrema, estas
formas de discriminación terminan en burdas violaciones de los derechos
humanos, como asesinato, violación y otras formas de violencia o intimidación.
Suele ser difícil cuantificar y verificar estas formas de discriminación pues
las autoridades simplemente no dejan constancia de ellas o no las desglosan por
origen étnico”, sustenta el Informe.
La ONU también denuncia la
criminalización del ejercicio de derechos, a la que denomina “tipificación de
la protesta como delito”: “Las personas indígenas con frecuencia son llevadas
bajo arresto debido a que se han tipificado como delito las actividades de
protesta social. Una de las deficiencias más graves en la protección de los
derechos humanos en los últimos años es la tendencia a utilizar la legislación
y el sistema de justicia para castigar y tipificar como delito las actividades
de protesta social y las legítimas demandas interpuestas por las organizaciones
y los movimientos indígenas en la defensa de sus derechos”.
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