Cómo explicar lo inexplicable
Informe: Rocío Ilama.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos
pidió al Estado argentino un informe sobre la violenta represión contra los
mapuches de Villa La Angostura, que fueron desplazados de sus tierras a la
fuerza, para entregárselas a un inversor estadounidense.
Una
porción del territorio que pertenece a la comunidad mapuche Paichil Antriao,
instalada la mayor parte en el cerro Belvedere, en la ciudad neuquina de Villa
La Angostura, se encuentra con presencia policial y, el último lunes, volvió a
ser centro de un violento operativo de represión, esta vez en uno de sus
lugares sagrados. El pasado 2 de diciembre, los habitantes de la comunidad
sufrieron un violento desalojo, tal como lo informó Página/12. Desde ese
momento, la presencia de la policía en tierra mapuche y sus intimidaciones se
hicieron una constante. No obstante, hace unos diez días, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos aceptó involucrarse en el asunto y pidió un
informe al Estado argentino en el que se detalle la situación territorial y los
actos de agresión denunciados. El Gobierno tenía plazo hasta el viernes para
presentar la documentación, afirmó el abogado de la comunidad.
Las625 hectáreas originarias de la comunidad
Paichil Antriao, otorgadas a sus primeros pobladores a principios del siglo XX
por el Gobierno nacional, fueron reducidas hasta llegar a 222. Sin embargo, hoy
la comunidad mapuche pelea por conservar esa porción de tierra, ubicada la
mayor parte en el cerro Belverede. El crecimiento de Villa La Angostura,
especialmente el centro de su casco urbano, se hizo a expensas del territorio
propiedad de los Paichil Antriao.
Las
Una parte de esas 222 hectáreas
mapuches que les pertenecen por escritura gubernamental, sin embargo, fue
destinada por la Justicia al norteamericano William Fisher, “en un juicio en el
que no se permitió la participación de la comunidad mapuche”, explicó a
Página/12 su abogado, Juan Manuel Salgado. Desde ese momento, y ante el
incumplimiento de la ley nacional 26.160 –que prohíbe el desalojo de las
comunidades indígenas– y de los tratados internacionales, el Lof y la
Confederación Mapuche de Neuquén efectuaron las denuncias en la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
La Comisión se expidió el 12 de enero pasado,
otorgando 10 días al gobierno nacional para que enviara un informe que
especifique, según la notificación, “las medidas que se han tomado respecto de
los actos de agresión denunciados (...)”. Otro punto es si se ha cumplido o no
con la ley nacional 26.160. Y por último, se solicita “el estado de la revisión
territorial para formalizar la titulación de la Comunidad (...)”. Sin embargo,
“el relevamiento del territorio que corresponde a los indígenas –a cargo del
Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI)– debería haberse terminado a
fines de 2009, pero aún no se empezó”, aseguró Salgado. “Esto sucede porque el
gobierno provincial pone todos los obstáculos legales y políticos”, ya que el
relevamiento “implicaría hacer una historia de cómo se fueron entregando las
tierras”, aseguró.
Tal como lo publicó este diario, alrededor de 70
efectivos policiales, el 2 de diciembre, se hicieron presentes en el cerro
Belvedere para hacer cumplir la orden de desalojo, dictada por el juez Jorge
Videla, del Juzgado Multifueros. Este episodio –y más que el episodio, los
propios mapuches– quedó marcado por la violencia policial, que arrasó con
viviendas y mapuches. Desde ese momento, la comunidad convive con una presencia
policial constante en el lugar, que desató “dos ataques más”, según informó
Amandina Gutiérrez, una de las integrantes de la comunidad.
El cuarto y último episodio sucedió
el pasado lunes, cuando la comunidad fue a defender uno de sus lugares
sagrados, el Rewe, donde los antiguos pobladores hacían sus ceremonias. Cuando
se enteraron de que Fisher había instalado en él maquinarias para la remoción
del suelo y la apertura de caminos, los pobladores decidieron protegerlo.
Presentaron un hábeas corpus en el Juzgado Multifuero, que posteriormente fue
rechazado. “Luego –explicó Gutiérrez–, nos dirigimos al lugar para dialogar y
explicarles la importancia de ese espacio, que no debe ser tocado de ninguna
forma.” Pero “nos dieron cinco minutos para dejar el lugar y después fuimos sacados
por la policía local y efectivos de Grupos Especiales, utilizando balas de
goma”. Al día siguiente, las máquinas de Fisher siguieron trabajando durante
todo la jornada en “la destrucción de ese sitio histórico”,
aseguró María Isabel Huala, otra mujer de la comunidad.
En medio de estos continuos atropellos, la
comunidad Paichil Antriao exige la efectiva intervención del Estado, al que
exige el inmediato cese de la criminalización, hostigamiento, represión y
despojo de sus tierras.
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