UN PARTO DE LOS
MONTES
Por: Rodrigo Montoya
Crítica del
Informe de la “Comisión especial para investigar y
analizar los sucesos de Bagua” 2008-2009.
Luego de tres meses y tres
semanas de trabajo, lo que quedó de la “Comisión
Especial para investigar y analizar los sucesos de Bagua”, entregó su informe
el 28 de diciembre de 2009. No era una Comisión independiente del gobierno. La
nombró el Ministro de Agricultura con tres representantes del Ejecutivo: el
padre Ricardo Álvarez Lobo, Susana Pinilla Cisneros (ex ministra,
antropóloga, asesora personal del presidente de la República) y Walter
Gutiérrez Camacho; tres representantes de las Comunidades Nativas: Pilar
Mazzetti Soler, (Ex ministra), Carmen Gómez Calleja, religiosa católica, y
Jesús Manacés Valverde, indígena awajún, de la Asociación Interétnica para el
Desarrollo de la Selva Peruana, AIDESEP, y, finalmente, el sociólogo Manuel
Bernales Alvarado, por los gobiernos regionales.
El representante indígena Jesús Manasés, que fue nombrado Presidente de la Comisión, con el voto unánime de todos sus miembros, y la religiosa Carmen Gómez se negaron a firmar el Informe final, presentaron juntos 43 observaciones, y anunciaron que pronto entregarán un informe alternativo. En su “voto singular”, el padre Ricardo Álvarez Lobo dejó constancia de su desacuerdo entre otras cosas con lo que el Informe dice sobre la responsabilidad del poder ejecutivo y la participación de las fuerzas policiales y el ejército en los sucesos del 5 de junio. Walter Gutiérrez, decano del colegio de Abogados de Lima, sólo asistió a una reunión de la Comisión y luego renunció. Es evidente que las discrepancias fueron mucho más importantes que los posibles acuerdos, y que se trata de un fallido y lamentable informe que carece de legitimidad.
El representante indígena Jesús Manasés, que fue nombrado Presidente de la Comisión, con el voto unánime de todos sus miembros, y la religiosa Carmen Gómez se negaron a firmar el Informe final, presentaron juntos 43 observaciones, y anunciaron que pronto entregarán un informe alternativo. En su “voto singular”, el padre Ricardo Álvarez Lobo dejó constancia de su desacuerdo entre otras cosas con lo que el Informe dice sobre la responsabilidad del poder ejecutivo y la participación de las fuerzas policiales y el ejército en los sucesos del 5 de junio. Walter Gutiérrez, decano del colegio de Abogados de Lima, sólo asistió a una reunión de la Comisión y luego renunció. Es evidente que las discrepancias fueron mucho más importantes que los posibles acuerdos, y que se trata de un fallido y lamentable informe que carece de legitimidad.
Se cuidó muy
bien el gobierno en no designar formalmente una Comisión de la Verdad. La
llamó, simplemente, “Comisión especial para investigar y analizar los sucesos
de Bagua”. Su objetivo fue: "determinar las
causas y consecuencias de orden socio-cultural, económicos, políticos y
religiosos, que dieron origen a los sucesos del 5 de junio de 2009, en la
provincia de Bagua, con fines de reconciliación” (p. 3). Dice el informe: “Esta
Comisión decidió tomar en cuenta los principios de verdad, justicia y equidad
para la investigación, independencia e imparcialidad en el trabajo, y de
objetividad y exhaustividad recomendados por la mesa uno y el relator de las
Naciones Unidas. Asimismo, concordamos que el informe final debía contener, de
acuerdo a las sugerencia de la mesa uno, la narración de los hechos ocurridos,
las motivaciones de los mismos, cómo y porqué ocurrieron, las consecuencias que
acarrearon y las recomendaciones para el Estado y la Sociedad para que los
hechos no se repitan… Respaldamos la preocupación por la justicia y la equidad
social. Creemos en la verdad como un valor supremo” (p. 86).
En alrededor de tres cuartas partes, el informe presenta “la
metodología del trabajo de la comisión, la situación de los pueblos amazónicos
en el contexto nacional y en el departamento de amazonas, el mundo awajún
wampis, la narración de los sucesos del 5 junio 2009, la cronología nacional y
regional antes de los sucesos de Bagua, la narración de los acontecimientos del
4 y 5 de junio en la curva del diablo, estación 6, Bagua y Utcubamba, y la
cronología post acontecimientos hasta la formación de la comisión”. Consagran
sólo 8 páginas a lo que llaman “análisis y esclarecimiento”, y 4 a sus recomendaciones. Como
anexos figuran en tres páginas el voto singular del Padre Álvarez y en 8, las
43 observaciones de Jesús Manasés y Carmen Gómez.
Luego
de una atenta lectura del Informe, lo primero que salta a la vista es su
improvisación, descuido y falta de reflexión. No hay en el Informe una
bibliografía que dé cuenta de las fuentes estudiadas. Los cuatro miembros que
quedaban pudieron haber decidido no entregar el informe porque la
Comisión se desintegró de hecho y no tuvo consenso alguno, lamentar lo
ocurrido, y recomendar que otra Comisión, de veras independiente, asuma
la responsabilidad en otras condiciones. Decenas de páginas sobre cronologías
varias e informaciones generales pueden ser útiles cuando sostienen y
nutren el análisis y fundan las conclusiones. Lamentablemente, esto no ocurre
en el caso del Informe que comento. Mencionaré aquí un ejemplo para ilustrar lo
que acabo de decir. En su sección sobre “el mundo awajún wampis”, encontramos
los textos siguientes:
“El
jíbaro amazónico defiende la naturaleza. La tierra es la única herencia que le
va dejar a su linaje y ellos la seguirán conservando. Sabe que no se debe vender
la tierra porque la tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la
tierra. Uno de los propósitos del jíbaro es desarrollarse sin alterar el medio
ambiente. Busca un vivir de calidad, un mejor vivir, busca el tajimat-pujut.
Esa es la razón por la cual el amazónico maneja su bosque en forma racional y
rotativa, pensando en la nueva generación y en asegurar la supervivencia de
flora y fauna”. (Informe p.18).
. “Con el tiempo el movimiento indígena
amazónico ha encontrado su propia voz y ya no necesita de intermediarios que
hablen por ellos o le impongan una agenda” (Inf. p. 22).
No es atrevido
suponer que ambas citas corresponden a lo que el indígena awajún Jesús
Manasés contó o escribió para la Comisión, o que se trata de aportes de
personas que conocen muy bien el universo awajún, y que han entendido
cabalmente la novedad política de la emergencia indígena en Perú y otros países
de América Latina. Los textos figuran en el Informe pero sus firmantes no
los toman en cuenta en sus conclusiones. Si así hubiera sido, el Informe
debería establecer de modo transparente la primera responsabilidad del Sr. Alan
García al imponer decretos leyes que contradicen la realidad vivida por
los awajún. En repetidas oportunidades, los firmantes del Informe dijeron
que su Comisión no tuvo el encargo de señalar responsabilidades ni hablar de
culpables sino, simplemente, de ofrecer recomendaciones para que los sucesos de
Bagua no se repitan, pero en abierta contradicción con esas declaraciones,
responsabilizan de lo ocurrido a los indígenas, a las Ongs, a parlamentarios
del Partido Nacionalista, a la Iglesia de la región, al SUTEP, (p.79) y
presentan a los indígenas como personas débiles e influenciables.
Al gobierno le
atribuyen “La ausencia de un proceso de diálogo y una adecuada
explicación e información a la población indígena sobre el contenido de las
normas y sus implicancias en ausencia de un mecanismo y metodología de consulta
de acuerdo al Convenio 169 de la OIT y la Convención Internacional de Promoción
y Protección de la Diversidad Cultural de la UNESCO”. (p. 78). Esta falta de
comunicación, como responsabilidad mayor es el pequeño ratón en el parto de los
montes que el Informe encierra.
En el
informe no se dice en ninguna parte quién o quiénes dieron la orden de
reprimir y cuándo; tampoco se pregunta por qué los jefes de la Policía y el
Ejército presentes en Bagua el 4 de junio decidieron reprimir pese a que los
dirigentes indígenas les informaron que al día siguiente regresarían a sus
comunidades; y, quiénes y por qué decidieron que los policías rehenes en la Estación de bombeo número seis de Petro
Perú quedarían sin protección mientras se producía la balacera en la Curva del
Diablo. En el informe hay muchos testimonios de la ex ministra del
Interior Mercedes Cabanillas y de los generales Muguruza y Uribe dando detalles
sobre lo que ella y ellos llaman “cuestiones técnicas” y “especializadas” del
operativo policial y los pequeños problemas de comunicación que también
tuvieron entre ellos para que el destacamento del Ejército no llegase y para
que abandonasen a su suerte a los policías rehenes.
Para los
firmantes del Informe los únicos responsables de lo que pasó en Bagua serían
los indígenas. Los jefes policiales y militares se limitan a repetir que
cumplieron las órdenes, sin decir qué órdenes, ni quiénes las dieron. La señora
Mercedes Cabanillas, entonces ministra del Interior, está convencida de que su
responsabilidad fue sólo “política y no operativa” y que su renuncia al puesto
de ministra, junto con el gabinete del que formaba parte, es su suficiente
sacrificio personal. En otras palabras, que se juzgue sólo a los indígenas y
que quienes entre ellos y ellas resulten responsables vayan a la cárcel. Esta
es la leña que la Comisión agrega al fuego histórico de la violencia en el
país, en abierta contradicción con sus buenos deseos de verdad, ética, justicia
y equidad. La pretensión de subtitular el Informe “Para que nunca más vuelva a
suceder”, tratando de copiar el original argentino, es una irresponsabilidad
más.
Resulta fatal
para esta “Comisión Especial para investigar y
analizar los sucesos de Bagua” una inevitable comparación con lo fue el
Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, CVR, sobre la
violencia política peruana en los años 1980-2000. Intentar hacerlo, como era mi
intención antes del leer aquel desvalido texto, supondría atribuirle una
categoría que no tiene. Una larguísima y múltiple cronología de hechos y
decretos oficiales, con un nivel analítico pobrísimo, una voluntad para contar
lo que el gobierno quiere oír, y unas recomendaciones que parecen consejos de
unas hermanitas de la caridad, no valen la pena.
En mis textos
“Con los rostros Pintados”: tercera rebelión amazónica en Perú (agosto
2008-junio2009), 92 pp, que circula en Internet, e “Informe de la Comisión de
la Verdad y Reconciliación: un doloroso espejo del Perú”, publicado en mi libro
“Elogio de Antropología” (UNMSM, 2005), se encuentran otros argumentos que
pueden ser útiles para entender mejor lo ocurrido en Bagua y lo que debe ser
una Comisión en serio.
Publicado en el
Diario LaPrimera, Lima el 10 de enero 2010 Diariolaprimera.com.pe
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