viernes, 8 de enero de 2010

Coordinadora Continental de Mujeres Indígenas y sus retos


Por: Wilwer Vilca Quispe

El 28 de mayo del 2009, en Puno, Perú, la I Cumbre Continental de Mujeres Indígenas del Abya Yala culminó con una decisión trascendental: constituir la Coordinadora Continental de Mujeres Indígenas. Han pasado ya siete meses y los objetivos para los que esta instancia fue creada parecen estar aún en espera.

La decisión fue clara: en este espacio convergerían todas las organizaciones de mujeres indígenas y sería la voz portadora de todas aquellas demandas y agendas que no son recogidas por las redes de mujeres que existen desde hace muchos años, que nunca se han acercado a las realidades políticas, sociales y económicas de los pueblos indígenas.

El 14 de julio, las organizaciones que habían convocado a la I Cumbre realizaron su primera sesión de evaluación en la ciudad de Quito, Ecuador, donde definieron algunas responsabilidades a efectos de dar continuidad a la agenda trabajada en Puno. Las coordinaciones de la región sur las asumió Ecuarunari de Ecuador y de Centroamérica Wakib´kej de Guatemala. Ambas organizaciones debían nominar una dirigente para este rol, mientras se consolidaba la estructura organizativa de la Coordinadora.

Las tareas eran específicas: realizar misiones diplomáticas permanentes a instancias nacionales e internacionales y sumarse a las misiones emprendidas por la CAOI con voz propia; declararse en campaña permanente por la libertad de los detenidos y demandar a los Estados que los juicios a los líderes indígenas son insubsistentes; tener una presencia clara con postura propia en Copenhague; entre otros acuerdos de acciones políticas.

Cerca de cinco meses después de esa reunión de evaluación, las organizaciones participantes -305 de 21 países- en la conformación de la Coordinadora Continental esperan tener un primer acercamiento de trabajo conjunto y, sobre todo, conocer las acciones que se vienen emprendiendo dentro del marco de la agenda continental. Falta poco más de año y medio para la realización de la II Cumbre Continental, a desarrollarse en Bolivia, y aún no se ha avanzado en la construcción de la agenda futura sobre la que giraría el debate y las propuestas en el marco de esa segunda cumbre.

Conocemos las dificultades a las que se enfrentan las organizaciones indígenas producto de las arremetidas por parte de los gobiernos de turno. La defensa frente a las políticas públicas en contra de los pueblos se constituye en tarea prioritaria y posterga las agendas internacionales trazadas. Otra dificultad son las transiciones de mando de las organizaciones, que no permiten retomar con la misma fuerza los procesos encauzados.

A mediados de diciembre, las organizaciones que impulsan este proceso se reunieron para retomar el trabajo. Esperamos contar en breve con una dirección electrónica que difunda los documentos, las fotos de la cumbre, las resoluciones y un plan mínimo para los dos próximos años. Será necesaria la masificación de la memoria de la I Cumbre, que ya está impresa, y sobre todo retomar las coordinaciones con las organizaciones que participaron en ella.

Son muchos los retos que deben enfrentar las mujeres indígenas en un escenario político latinoamericano adverso a toda iniciativa diferente a los sistemas y estructuras impuestas desde la Colonia. Primero, en lo programático, continuar con el debate y construcción de la propuesta de los Estados Plurinacionales y el desarrollo del buen vivir, impulsar el ejercicio de derechos colectivos de los pueblos indígenas y el apoderamiento de la autodeterminación como pueblos como principio para la defensa territorial, medio ambiente, alimentación, salud, participación política, etc. Segundo, en lo estratégico, sumarse a las misiones diplomáticas ante organismos internacionales gubernamentales (Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos) y redes internacionales de la sociedad civil (Consejo Internacional del Foro Social Mundial, Alianza Social Continental) y otros espacios donde la agenda de la mujer indígena debe ser considerada como tema prioritario de atención para la incidencia.

Los retos en lo organizativo son retomar todos los contactos, masificar la memoria de la I Cumbre y empezar a construir la agenda específica con miras a la II Cumbre Continental. Para ello es necesario construir institucionalidad y representatividad que centralicen y alimenten información con fines prácticos y operativos. Empero, el reto no sólo será de las organizaciones, temporalmente responsables, sino también de las organizaciones nacionales que deberán socializar estas informaciones y someterlas a constantes reflexiones con la finalidad de que no se personalice la representación, motivo por el que se decidió constituir una representación legítima de las organizaciones indígenas.

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