El 28 de mayo del 2009, en Puno, Perú, la I Cumbre Continental de
Mujeres Indígenas del Abya Yala culminó con una decisión trascendental:
constituir la Coordinadora Continental
de Mujeres Indígenas. Han pasado ya siete meses y los objetivos para los que
esta instancia fue creada parecen estar aún en espera.
La decisión fue clara: en este espacio
convergerían todas las organizaciones de mujeres indígenas y sería la voz portadora
de todas aquellas demandas y agendas que no son recogidas por las redes de
mujeres que existen desde hace muchos años, que nunca se han acercado a las
realidades políticas, sociales y económicas de los pueblos indígenas.
El 14 de julio, las organizaciones que
habían convocado a la I Cumbre
realizaron su primera sesión de evaluación en la ciudad de Quito, Ecuador, donde
definieron algunas responsabilidades a efectos de dar continuidad a la agenda
trabajada en Puno. Las coordinaciones de la región sur las asumió Ecuarunari de
Ecuador y de Centroamérica Wakib´kej de Guatemala. Ambas organizaciones debían
nominar una dirigente para este rol, mientras se consolidaba la estructura
organizativa de la
Coordinadora.
Las tareas eran específicas: realizar misiones
diplomáticas permanentes a instancias nacionales e internacionales y sumarse a
las misiones emprendidas por la
CAOI con voz propia; declararse en campaña permanente por la
libertad de los detenidos y demandar a los Estados que los juicios a los
líderes indígenas son insubsistentes; tener una presencia clara con postura
propia en Copenhague; entre otros acuerdos de acciones políticas.
Cerca de cinco meses después de esa reunión
de evaluación, las organizaciones participantes -305 de 21 países- en la conformación
de la Coordinadora
Continental esperan tener un primer acercamiento de trabajo
conjunto y, sobre todo, conocer las acciones que se vienen emprendiendo dentro
del marco de la agenda continental. Falta poco más de año y medio para la
realización de la II Cumbre
Continental, a desarrollarse en Bolivia, y aún no se ha avanzado en la
construcción de la agenda futura sobre la que giraría el debate y las
propuestas en el marco de esa segunda cumbre.
Conocemos las dificultades a las que se
enfrentan las organizaciones indígenas producto de las arremetidas por parte de
los gobiernos de turno. La defensa frente a las políticas públicas en contra de
los pueblos se constituye en tarea prioritaria y posterga las agendas internacionales
trazadas. Otra dificultad son las transiciones de mando de las organizaciones,
que no permiten retomar con la misma fuerza los procesos encauzados.
A mediados de diciembre, las organizaciones que
impulsan este proceso se reunieron para retomar el trabajo. Esperamos contar en
breve con una dirección electrónica que difunda los documentos, las fotos de la
cumbre, las resoluciones y un plan mínimo para los dos próximos años. Será
necesaria la masificación de la memoria de la I Cumbre , que ya está
impresa, y sobre todo retomar las coordinaciones con las organizaciones que
participaron en ella.
Son muchos los retos que deben enfrentar las
mujeres indígenas en un escenario político latinoamericano adverso a toda
iniciativa diferente a los sistemas y estructuras impuestas desde la Colonia. Primero ,
en lo programático, continuar con el debate y construcción de la propuesta de
los Estados Plurinacionales y el desarrollo del buen vivir, impulsar el
ejercicio de derechos colectivos de los pueblos indígenas y el apoderamiento de
la autodeterminación como pueblos como principio para la defensa territorial,
medio ambiente, alimentación, salud, participación política, etc. Segundo, en
lo estratégico, sumarse a las misiones diplomáticas ante organismos
internacionales gubernamentales (Naciones Unidas, Organización de Estados
Americanos) y redes internacionales de la sociedad civil (Consejo Internacional
del Foro Social Mundial, Alianza Social Continental) y otros espacios donde la
agenda de la mujer indígena debe ser considerada como tema prioritario de
atención para la incidencia.
Los retos en lo organizativo son retomar
todos los contactos, masificar la memoria de la
I Cumbre y empezar a construir la agenda
específica con miras a la II
Cumbre Continental. Para ello es necesario construir institucionalidad
y representatividad que centralicen y alimenten información con fines prácticos
y operativos. Empero, el reto no sólo será de las organizaciones, temporalmente
responsables, sino también de las organizaciones nacionales que deberán
socializar estas informaciones y someterlas a constantes reflexiones con la
finalidad de que no se personalice la representación, motivo por el que se
decidió constituir una representación legítima de las organizaciones indígenas.
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