miércoles, 18 de noviembre de 2009

Colombia: Resistencia del Pueblo Pijao


Mangas del Chimbá: Resistencia del Pueblo Pijao frente a una negación histórica

Voces de Resistencia. La Gran Laguna Seca de esta comunidad inundará un pueblo. El relato lo cuenta Dora Tavera, hija de esta tierra ancestral; recuerda, también, cómo desde hace 5 siglos sus ancestros migran a la sierra para sobrevivir perdiendo, así, su territorio.
Por los ríos Tetuán y Coello, hace más de medio siglo, muchos indígenas del Pueblo Pijao dejaron su tierra y se internaron en la montaña para favorecerse de la persecución de los españoles que invadían -sin dios ni ley que les impidiera- no sólo el territorio ancestral, sino la cultura indígena y la soberanía de nuestros pueblos originarios. “Yo hago parte de ese grupo de indígenas que migraron a la Sierra” dice Dora Liliana Tavera, una mujer que ha llevado el mensaje indígena y el tema de mujer a sus comunidades y al país.

Dora llegó al proceso comunitario indígena desde niña, nació en el proceso, cuando “uno apenas hacía lo que hacen los niños: molestar”. Hoy es la encargada de coordinar el proceso de mujer indígena a nivel nacional, fue elegida como consejera del área de Mujer, Familia y Generación de la Onic, en el VII Congreso de Pueblos Indígenas en 2007. Desde entonces su misión ha sido y es llevar el tema de mujer a todas las instancias indígenas y no indígenas a nivel nacional e internacional. 
En su consejería se han realizado dos Asambleas de mujer indígena; la primera realizada el año pasado en el departamento de Caldas, la segunda realizada recientemente en territorio ancestral del Valle del Cauca -asentamiento Cajones, municipio Florida- donde una comunidad del Pueblo Nasa acogió la Asamblea con afecto y hospitalidad.
De la Asamblea[1] no sólo surgieron grandes propuestas y el Consejo Nacional de Mujeres, sino también historias ancestrales que se agigantan como si quisieran recuperar la paz y la deuda histórica de más de 500 años de genocidio contra los pueblos indígenas, y no menos de 40 de guerra interna orquestada por terratenientes, actores insurgentes, fuerzas coercitivas del Estado y los distintos gobiernos, responsables también de la crisis del país por acción y omisión.
Los dueños ancestrales de las tierras se quedaron sin ellas
"Soy del pueblo Pijao del territorio de la Gran Laguna Seca, soy de una comunidad indígena que -hace más de medio siglo- migró por el río arriba del Magdalena, cogiendo los ríos Tetuán y Coello e internándose en la montaña para favorecerse de sus perseguidores: los ‘conquistadores’”, Dora Liliana Tavera.
Mangas del Chimbá, territorio de la Gran Laguna Seca, es una de las cinco comunidades indígenas del municipio de Rovira al centro del departamento del Tolima (otras son: Ceiba de Guacó, Cañón de Chilí y Puente Tualmo).
La historia y perspectiva de esta comunidad son las mismas del Pueblo Pijao y sus mujeres: trasmitir la herencia hospitalaria y cultural a sus hijos, construir un país digno en medio del conflicto, adquirir -o mejor que les devuelvan- su territorio para mantener su cultura y vivir bien de acuerdo el principio colectivo de los pueblos originarios y que les dejen vivir tranquilos en lo que fue la cuna de sus ancestros, entre otras expectativas.
Recogiendo la nostalgia de los Pijao por su territorio un postulado indígena advierte que cuando a un pueblo se le niega su territorio, se le está negando el derecho mismo a existir y al Pueblo Pijao históricamente se le ha negado este derecho. “Somos conscientes que los colombianos tienen derecho a poseer tierra para trabajar. Pero lo que no entendemos es por qué muchos colombianos se tomaron tanta tierra y no nos dejaron a nosotros ni siquiera la suficiente para vivir de ella”, cuestionó Belisario Tique, un anciano de 80 años y quizá de los últimos caciques Pijao[2].
Los Pijaos de Rovira no sólo no tienen territorio, sino que han tenido que persistir para que se les reconozca su condición de indígenas ante las instituciones locales y nacionales de gobierno y por ende ante la sociedad.
La consejera Dora denuncia que su comunidad, Mangas del Chimbá, no tiene territorio: “vivimos en diferentes zonas asentados en algunos ranchos; vivimos del jornal y tenemos algunas parcelas para sembrar café, plátano, caña, maíz entre otros productos que nos permiten subsistir, pero son sólo pequeñas chagras de cultivos que no suplen siquiera la alimentación de nuestros hijos”.
Además del anciano Belisario, la consejera Dora, los caciques y dirigentes pijaos han reclamado para sus comunidades el derecho al territorio como fundamento de su vida y su cultura. Así lo corrobora la Onic en un documento reciente; “para los pueblos indígenas su cosmovisión, su ancestralidad, su tierra, sus selvas, sus ríos, la naturaleza y el cosmos son sus vínculos afectivos vitales para la existencia”.
Germán Santamaría, escritor colombiano, por su parte concluye: “en esta forma, mientras los propietarios de las haciendas explotan la tierra sin ninguna preocupación de perderla, los indígenas la aguardan. Aunque ya no con tanta esperanza…”[3]
Mangas del Chimbá, “Frente al Otro” 
Mangas del Chimbá es una comunidad rodeada de cerros y ríos, y poseedora de un gran secreto y profecía indígena, esta historia nos la cuenta una de sus hijas: Dora Liliana Tavera
Soy del pueblo Pijao del territorio de la Gran Laguna Seca, soy de una comunidad de Sierra de la zona cafetera; un grupo de indígenas que en la época de la conquista tuvieron que migrar por el río arriba del Magdalena, cogiendo el río Tetuán y luego el río Coello e internándose en la montaña para favorecerse de sus perseguidores los ‘conquistadores’.
Mi comunidad es muy pequeña: 22 familias, estamos ubicados en la Vereda Los Andes, mi comunidad se llama Mangas del Chimbá; quiere decir “Frente al Otro”, en lengua Pijao. Es porque mi comunidad está frente a dos cerros, entonces cuando uno se levanta en la casa de mi papá, lo que está al frente es un cerro grande y si da la vuelta hay otro cerro grandote.
Es una zona muy cálida, 1.200 metros sobre el nivel del mar, zona cafetera no tenemos tierra, pero mi comunidad ha luchado mucho por ser reconocida, no tenemos todavía ese reconocimiento oficial por parte del Ministerio del Interior, pero hemos sido muy persistentes y lo seguiremos siendo.
Mangas del Chimbá es una comunidad muy pequeña; todos somos familiares, un grupo de familias que se asentaron allí…
Lo de la Gran Laguna Seca está  dentro de las historias, enseñanzas y cuentos de mi mamá pijao -mi papá no es pijao-; algún día este territorio volverá a llenarse de agua porque el territorio pijao lo sostienen tres vigas de oro que están entre el Cerro de Pacandé (inmortalizado por el Maestro Jorge Villamil, en su vals: Al Sur), Los Avechucos y la Cordillera de Calarma...
Este Relato, es -quizá- la primera vez que se escribe, pues ha estado de boca en boca de los ancestros pijaos, como parte de la oralidad indígena;
“mi mamá -agrega Dora- dice que mi abuela le contaba que luego de muchos años la Gran Laguna Seca volverá a llenarse de agua.
Hoy que nos sentamos y hablamos con mi mamá -en la Barbacoa- cuando uno escucha por ejemplo el Triangulo del Tolima, la Paladraga de Ataco, todas esas explotaciones que hacen en territorio pijao mi mamá dice: ‘si ve, mija que no va a pasar mucho tiempo para que esa laguna se vuelva a llenar’; eso nos preocupa, pero es el curso de la naturaleza…”
Las administraciones de Rovira, una negación paradójica
El municipio de Rovira[4], ubicado al centro del Tolima, es cuna de ancestros indígenas que hasta mitad del milenio pasado eran dueños legítimos y milenarios de esta tierra. Según la historia de este municipio, “hace cerca de unos 10.500 años aparecieron por las laderas de la Chapa algunos grupos emigrantes nómadas. Dejaron sus huellas en artefactos de cacería y restos de pedernales en cercanías de la Piedra del Imán y por la Barrialosa…
“Siglos después -siglo séptimo de nuestra era- incursionan grupos pertenecientes a los Caribes. Puede decirse que, son los primeros habitantes que consolidan un asentamiento propiamente dicho en estas tierras... En estos asentamientos estaban los Chapíes y los Calarmas pertenecientes al ramal de los Pijaos y los Guacoes al ramal de los Panches”.
Desde entonces los pijao han librado una resistencia impecable contra la discriminación, la invisibilización social e institucional (no reconocimiento) y la invasión territorial no sólo por parte de “conquistadores” y colonos, sino recientemente por hacendados que han obtenido el apoyo institucional -incluso del Incora- y el respaldo de la fuerza pública, como lo han denunciado carismáticos líderes indígenas desde Quintín Lame, varios caciques, autoridades tradicionales, incluso algunos historiadores y Belisario hasta dirigentes del Consejo Regional Indígena del Tolima, Crit, y demás organizaciones zonales.
Esto ha sucedido en Rovira desde su misma fundación en 1570 por Félix Montealegre, Pedro Rodríguez y Juan de Dios Marroquín, pero también ha sucedido en general a los pijaos del Tolima que han sido blanco de persecución, despojo y sobre todo no han contado con el apoyo de instituciones del gobierno, éstas -incluso las administraciones de Rovira-, por el contrario, se han convertido en sus verdugos.
Paradójicamente las administraciones municipales que se ufanan, en su página Web y en sus discursos, que Rovira es una tierra indígena, en sus planes de desarrollo y en la práctica no reconocen a los pijaos su condición de indígena; “el discurso de los alcaldes era que en Rovira no había indígenas”, asegura Dora.
Hoy al menos gracias al esfuerzo de esta mujer, madre de dos hijas, y otros dirigentes indígenas ya se reconocen algunas comunidades al menos a nivel local, pues a nivel nacional el Ministerio del Interior aun no ha reconocido oficialmente estas comunidades.
Rovira es de los pocos municipios del país que no ha reconocido los territorios indígenas como resguardos, aunque los gobernantes para vender imagen aseguren que esta tierra es “cuna indígena”.
Los pijao de Mangas del Chimbá, representados en la autoridad de Dora reclaman el derecho inherente y legitimo que tienen sobre su territorio, y continúan gestionando el derecho inalienable al territorio que establece la constitución nacional.
Conservan la esperanza de obtener pronto su territorio y el reconocimiento a él y no como parece hasta hoy que más bien hay un retroceso hacia el fenómeno de terrazguería[5] del siglo pasado como forma de esclavitud de un pueblo en una sociedad que se ufana de conocer y pertenecer al “esplendor de la civilización”.           
Dora, el espíritu colectivo de su pueblo   
Como mujer indígena lleva un arraigo profundo de su ancestralidad y su tierra; por eso reclama con perseverancia para su comunidad el derecho al territorio. Dicen de ella sus compañeras que aunque muy joven ha puesto todo su empeño al proceso indígena, al proceso de mujer indígena  y que se sienten, de verdad, representadas en ella.  
Sus compañeras y paisanas sostienen que es una mujer muy sencilla llena de vida, de esperanza y fuerzas para trabajar; “Dorita” le dicen, varias mujeres que le conocen como muestra de cariño y respeto. Este reconocimiento obedece a lo que ella misma considera un trabajo colectivo; “para sacar adelante este proceso llamó a muchas mujeres y personas, no me gusta trabajar sola”.    
En este sentido, Blanca Andrade -pueblo nasa- una de las voces sabias y resistentes del Movimiento indígena nacional expresó, con dos frases magistrales, su reconocimiento  por esta mujer pijao, madre de dos hijas: exalto la fuerza de Dora, veo mucha esperanza en ella, a pesar de su juventud le auguró mucho trabajo y mucho empeño para superar los obstáculos que afronta, hoy, la mujer indígena”.
Dora comenzó el trabajo comunitario desde muy joven; “desde niña -dice- claro que lo que uno hace de niño es molestar…” Luego de joven siempre estuvo vinculada al proceso organizativo de su comunidad.
Posteriormente fue gobernadora de Mangas del Chimbá (6 años, 1997-2003), “esa fue mi escuela organizativa porque uno aprende mucho; aprende que la comunidad es una parte fundamental de la sociedad; nosotros los pijaos estábamos en medio de campesinos y colonos que nos discriminaban y esos seis años fueron mi escuela porque pude sentar el precedente en el cual se les demostró que ser indígena no implica ser inferior, sino diferente e importante como todos…
“Mi trabajo como gobernadora me permitió conocer otras comunidades y empezar a hacer un intercambio… periodo, en el cual hicimos un trabajo a favor de las cinco comunidades que hay en Rovira;  empezamos a incidir mucho en la administración municipal porque en ese tiempo mi comunidad no era siquiera reconocida en el municipio, el discurso de los alcaldes era que en Rovira no había indígenas; el proceso que hicimos logró que los alcaldes reconocieran esas cinco comunidades de Rovira”. 
Durante estos seis años su trabajo se incrementó; el Crit la eligió vocal -representante- de estas comunidades; por tres años fue miembro del Consejo directivo de la organización departamental (2000 -2003), tiempo en el cual se relacionó más con  otras comunidades.
Luego se desempeñó como tesorera del Crit hasta 2007. Durante su trabajo en la parte administrativa aprendió que las organizaciones indígenas necesitan formación en estas áreas; “es fundamental que tengan una visión clara y, también, formación técnica para fortalecer el proceso y las organizaciones”.
La “formación es clave -reitera, se lo enseñó su experiencia- pues cuando fui tesorera, fue una época muy difícil para el Crit, pero logramos estabilizarnos.
Este bagaje organizativo hizo que el Pueblo Pijao eligiera a Dora como su representante en la Onic y representante de su Macro (centro).
Esta historia hace parte de la Serie Periodística, Voces de la Resistencia y la Esperanza[6], que busca dar a conocer otras historias posibles, más humanas, con énfasis en el sentir colectivo de nuestros pueblos ancestrales.

[1] Ver: II Asamblea de Mujeres Indígenas: un sueño cumplido, muchos por construir, http://www.onic.org.co/actualidad.shtml?x=36392
[2] Santamaría, Germán, Colombia y Otras Sangres, “La agonía de los indios pijaos”, Editorial Oveja Negra, segunda edición 1994 
[3] Santamaría, Ibíd.  
[4] Este municipio de una extensión territorial de 818 Kms.2 según el IGAC. está ubicado a 33 kilómetros de Ibagué, le conforman en su área rural, unas 80 veredas.
[5] La terrazguería, a la cual se opuso Manuel Quintín Lame en todo su ímpetu y que luego continuaron avezados líderes indígenas era una práctica común en Tolima y Cauca: el indígena adquiría la obligación de pagar con días de trabajo no remunerado el derecho a sembrar una parcela en tierras que se consideraban propiedad de una hacienda o terratenientes.
[6] Onic “Voces de la Resistencia y la Esperanza”, una serie periodística que además de dar cubrimiento a la Segunda Asamblea Nacional de Mujeres Indígenas, ofrece una visión desde las comunidades indígenas y campesinas de esa Colombia valiosa y laboriosa que esconde sus secretos. Una Producción del Sistema de Información, Investigación y Comunicación, con el Apoyo y coproducción de la Consejería de Mujer, Familia y Generación de la Onic, que se publicarán periódicamente.

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