lunes, 16 de noviembre de 2009

México: Pueblos Indígenas, Gobierno y Consulta


Pueblos indígenas, gobierno y consulta

Fernando Limón Aguirre

El 5 de noviembre, el presidente Obama de los Estados Unidos se reunión con representantes indígenas de dicho país. El argumento fue el cumplimiento de una promesa de campaña y su mensaje es que, al menos mientras él esté en la Casa Blanca, los indígenas no serán “olvidados”. Es como la voz de quien dijera: “¡Ah, perdón… se nos había olvidado que ustedes están aquí! Ustedes disculparán nuestro despiste”. Una vez más el Obama que habla a título personalísimo, como cuando dice con su boca que le interesa la paz, o que mantendrá una relación respetuosa de la soberanía de los países latinoamericanos o que respetará a los inmigrantes y que cerrará Guantánamo y retirará las tropas de Irak y de Afganistán.

En el encuentro, Obama giró instrucciones a todas las agencias federales de su gabinete para que, en un plazo de 90 días, le envíen planes que puedan mejorar la relación entre el gobierno y los pueblos indígenas. ¡Cómo siguen sonando vacías sus palabras! Pero, en concreto, nada se dijo cómo se elaborarán los dichos planes. ¿Serán los mismos ignorantes y miopes que no han advertido la presencia de los indígenas los que en menos de tres meses habrán de hacer alguna propuesta que se aplique sobre ellos?, porque nada se dijo respecto de la obligación a consultar y elaborar tales planes basados en los planteamientos de los propios pueblos.

En Chiapas ahora la Secretaría de Pueblos Indios (SEPI) ha emitido una Convocatoria invitando a participar en una Consulta sobre los derechos de los pueblos indígenas del estado de Chiapas. La pregunta, desde la vida de los pueblos salta inmediata: ¿La consulta será sobre los derechos que están escritos o sobre los derechos que son derechos pero que no están escritos y no quiere reconocer el estado? ¿De qué derechos se trata?

La tierra se prepara para poder sembrar en ella semillas que habrán de germinar y dar fruto en abundancia. Siguiendo esta imagen: ¿el gobierno está preparado para recibir la palabra de los pueblos que, ¡por supuesto!, expresará, lo que expresa sistemática y reiteradamente, puesto que es una verdad no negociable: que sus derechos son conculcados? ¿Qué va a hacer con ello? ¿Cuáles serán los frutos de recibir la palabra-semilla de los pueblos? ¿Acaso se darán instrucciones a todos los agentes, las secretarías y dependencias de gobierno para que en un plazo de 90 días, habiendo consultado a los pueblos planteen todas las modificaciones que son necesarias para hacer justicia y revertir todos los agravios propinados por las estructuras del Estado a los pueblos indígenas?



El gobierno ha dado señales fehacientes de que no entiende nada lo que ocurre y lo que es en sí toda la vida de los pueblos indígenas y qué papel y obligación le corresponden como autoridad. Al gobierno le cuesta enormemente entender, primero: que está al servicio, que su labor no debe ser dictatorial sino de servicio. ¡Cuán lejos están de entender que la labor de autoridad se ejerce como un don! Tal y como se entiende desde las diversas culturas.

Segundo, que como consecuencia de lo anterior, su desempeño se realiza como obediencia, como la ejecución de lo que se le manda. Su poder tendría que ser un poder cuya fuerza radique en que se obedece, en que se realiza un mandato.

Tercero, que la palabra del pueblo, como expresión de sus búsquedas y anhelos, no es precisamente lo que está escrito en las leyes. Las leyes en muchos sentidos han devenido en la concreción de lo más aberrante, perverso e injusto. Las leyes no necesariamente son lo que éticamente debe obedecerse ni acatarse. El criterio ético es la vida, vida en la diversidad, en la pluriversidad y no vida sometida en discursos y reglamentos con pretensiones de universalidad. El anhelo de los pueblos es la vida digna, la vida buena, la vida en armonía, vida de los ancestros y vida de los que han de venir, vida de la tierra, vida de los cerros y de todo lo que habita este mundo. Vida como ejecución de los dones al servicio de la plenificación de todas y todos.

Cuarto, que, como se deja ver en estas expresiones del anhelo por la vida, la vida es siempre vida cultural. ¿Qué es esto? Que la vida de cada cual se vive como vida en comunidad, pero comunidad-pueblo, lo que conlleva historia e implica territorio. Ésta se expresa en modos de vida con pautas diferentes, con orientaciones específicas, con recomendaciones y cautelas muy particulares. Piénsese en las convicciones y creencias más profundas y sustantivas y reconózcase con quiénes se comparten, qué nos convocan a hacer y a dejar de hacer, de quiénes y desde cuando proceden. Por lo tanto, en la aplicación o ejecución de los derechos lo fundamental no está centrado en aspectos de eficacia o de calidad según una NOM (Norma Oficial Mexicana) o de supuesta pulcritud en la ejecución de lo establecido, sino de la cualidad con la que se establecen las relaciones y el sentido al que se orientan y apoyan, lo que implica visiones específicas del ser humano, del mundo y de la vida.

Sexto, que el derecho, como todo texto, encuentra su contenido y su sentido fuera de sí, en lo que está frente a sí y que pretende expresar, que es además lo que le da pertinencia y posibilidad de existencia y comprensión. En este caso, debe enfatizarse el hecho de que la vida es el fundamento de todo derecho y por tanto, dialécticamente, puede afirmarse que la vida cultural es el primer derecho de todos. El sentido de cualquier norma o derecho, cuando es justo y ético, es fortalecer y dar soporte a la mejor de las intensiones (en sentido moral) del modo de vida de cada pueblo. Y si vivimos en un espacio donde hay múltiples pueblos, pues el derecho tiene que reconocerlo y ejercer sus funciones en esta misma lógica de acuerdo a la diversidad.

Todas las anteriores trabas de comprensión de parte de unos y otros de los sucesivos gobiernos, de este ya muy claro Estado fallido, tienen su origen en la discriminación, en la arrogancia y el envanecimiento, en un criollismo ramplón o en una pérdida lamentable de conciencia de nuestras raíces y orígenes, en nuestra desculturación y enajenación, en nuestro crecimiento en grupos temerosos de la interculturalidad y la consiguiente ignorancia al respecto. Lo que más, en la fetichización (cuando nos hacemos obedientes, subordinados y temerosos de nuestras propias creaciones) que es consubstancial al capitalismo (el encumbramiento del capital y nuestro sometimiento a “sus reglas”).

Al final, en el ejercicio de los actos de gobierno: ¿en dónde queda lo más honorable de nuestro ser humano que es comportarse como prójimo? ¿Por qué planteo esta idea? Primero, porque nos es común y por la radicalidad de la imagen, que conlleva las nociones de atención, disposición, actitud, servicio, asertividad y otras más que son positivas, ¿ante qué? Ante el otro que interpela; el otro cuyo existir está terriblemente afectado y puesto en vilo. Además, porque implica el énfasis que se da a la vida de ese otro, como criterio y expresión del vivir propio. Pero también, porque no sé si la imagen de la consulta de SEPI vaya a resultar siendo exclusivamente la de aquel que se acerca a preguntarle al golpeado, asaltado y mancillado a la vera del camino: ¿tus derechos son respetados? Y después de escuchar la respuesta seguir sin haber visto, sin dejarse interpelar; seguir afligido en su camino apurado por la entrega del reporte y las cuentas de lo que se gastó en haber preguntado.

Quien se deja interpelar se transforma y transforma el mundo. Esto proviene de la potencia de nuestra condición humana. Ahora, lo que está interpelando es la vida cultural de los pueblos. Ya veremos.

- Fernando Limón Aguirre es Sociólogo. ECOSUR-Chiapas México

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