El
ministro Andrés Fernández en el debate de moción de censura, promovido en su
contra por el programa Agro, Ingreso Seguro, pretendió, entre otras, desatar
una “guerra de cifras” que pusiera en entredicho las afirmaciones de sus
acusadores, en particular las del senador Jorge Enrique Robledo. Intentó obtener
al menos un empate, confundir la opinión, sembrar la duda de “quién dijo la
verdad”. No obstante, la realidad rural de Colombia es tan patética que estos
trucos ministeriales no pueden ocultarla. Datos y opiniones de instituciones y
dependencias oficiales e internacionales contradicen las “maravillas” expuestas
por Fernández repetidas por algunos en coro.
Partamos
de las mismas Estadísticas Agropecuarias, publicadas por el ministerio de
Agricultura el 11 de noviembre de 2009, al día siguiente de la intervención de
Fernández, (¿casualidad?). El PIB rural, a pesar de las altas cotizaciones del
café, nunca ha vuelto a tener un nivel de crecimiento igual al de 2002 (5,2%),
y en 2004, 2006 y 2008 lo hizo por debajo del 3% y se proyecta a -1,2% para
2009. El empleo agrícola directo entre 2003 y 2008 sólo subió 115.000 puestos,
a razón de menos de 25.000 por año para una población rural económicamente
activa de más de 7 millones de personas; el empleo agrícola indirecto en
productos transitorios viene en picada desde 2004; la indigencia en la áreas
rurales pasó del 27% en 2003 al 32,6 % en 2008; las exportaciones de productos
agropecuarios en 2008 fueron 528.000 toneladas menos que en 2005 y la balanza
comercial agrícola – en toneladas- registró el peor saldo de la historia: un
negativo de 5,27 millones, fruto de exportar 4,53 millones toneladas e importar
9,8 millones; el comercio exterior en dólares en 2008 registró el más bajo
superávit desde 2002, cerca de 900 millones de dólares frente a 2.200 que fue
el de 2005. El propio Banco Mundial, en agosto de 2008, ya advirtió que
“Colombia es un país importador de granos básicos y exportador de productos
agrícolas de alto valor. Los cambios en precios han sido mayores en los granos
básicos; por eso es probable que la balanza comercial tienda a deteriorarse”.
¿Después de esto, dónde están los beneficios y frutos del AIS?
En las
estadísticas publicadas al otro día de la intervención de Fernández, aparecen
datos que resultan inconsistentes en especial con los que Planeación Nacional
registró hace unos meses para 2008. Son significativas las divergencias en área
sembrada y en producción. Las alteraciones más notorias se dan por las cifras
de palma, frutales, plátano y caña panelera. Para 2008, el ministerio de
Agricultura incluye 450 mil toneladas más en frutas y más de medio millón en
plátano, cantidades sin las cuales apenas superaría con dificultades la
producción agrícola total del año 2004, y, estos volúmenes -cuya medición es
bien incierta- resultan menos creíbles cuando se comparan con los del año
anterior, 2007, y se nota que crecieron en ambos casos cerca al 5%. ¿Quién
consumió dichas cantidades adicionales cuando la población crece por debajo del
1,21% anual y no se exportó? Es una discusión similar a la de López Michelsen
en el año 2000 con el entonces ministro Villalba quien respaldaba el
crecimiento de la producción agrícola en el auge de las hortalizas.
Cuando se
mira el Informe sobre Desarrollo Rural de 2008 del Banco Mundial, “Agricultura
para el desarrollo”, a Colombia no le puede ir peor. Las hectáreas de tierra
cultivada por habitante son apenas 0,4, ocupando el lugar 100 entre 133 países;
los kilos de fertilizante por hectárea son 173, cuando lo ideal es arriba de
600; los kilos de cereal por habitante son 102, siendo el lugar 100 entre 135
países; el crecimiento de la producción anual de alimentos es de 0,3% cuando la
población crece al 1,21%; y, en frutas y hortalizas, pese al maquillaje de las
cifras, se producen 202 kilos por habitante, el puesto 66 entre 135 países
medidos.
El Banco
de la República en el Informe de septiembre refuta a Fernández, quien imputó
los bajos precios de los alimentos al crecimiento de la producción, “el
favorable desempeño de la inflación de alimentos en Colombia es atribuible a la
caída de los precios internacionales de los alimentos y de los principales
insumos agrícolas” y agregó “además, en los últimos meses las restricciones que
han enfrentado las ventas de alimentos hacia Venezuela, y el aumento
transitorio de aranceles por parte de Ecuador, incrementaron la oferta
disponible para el mercado interno, presionando a la baja los precios”. ¡Otros
son los datos si se muestran comparados, en su evolución en el tiempo y no como
una foto! No hay duda sobre quién dijo la verdad.
Bogotá,
noviembre 17 de 2009
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